Galería de Poemas


Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer

Gran Poeta español de los Años 1800


Rima 1

Como se arranca el hierro de una herida,
su amor de las entrañas me arranqué,
aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él.

Del altar que la alcé en el alma mía
la voluntad su imagen arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.

Aún turbado en la noche el firme empeño
viene en la idea la visión tenaz…
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!

Rima 4

Los suspiros son aire, y van al aire.
Las lágrimas son agua, y van al mar.
Dime, mujer: cuando el amor se olvida
¿sabes tú adónde va?

Rima 8

¿Quieres que de ese néctar delicioso
no te amargue la hez?
Pues aspírale, acércale a tus labios
Y déjale después.

¿Quieres que conservemos una dulce
memoria de este amor?
Pues amémonos hoy mucho, y mañana
Digámonos ¡adiós!

Rima 10

Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo;
¿a qué fingir el labio
risas que se desmienten en los ojos?

¡Llora! No te avergüences
de confesar que me has querido un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves: yo soy un hombre…, ¡y también lloro!

Rima 14

Alguna vez la encuentro en el mundo
y pasa junto a mí;
y pasa sonriéndose, y yo digo:
“¿Cómo puede reír?”

Luego asomo a mi labio otra sonrisa,
máscara de dolor,
y entonces pienso: “¡Acaso ella se ríe
como me río yo!

Rima 20

Hoy como ayer, mañana como hoy,
y ¡siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno,
y ¡andar…, andar!

Moviéndose a compás, como una estúpida
máquina, el corazón;
la torpe inteligencia, del cerebro
dormida en un rincón.

El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándole sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.

Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de agua monótona que cae
y cae sin cesar.

Así van deslizándose los días
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer, probablemente
mañana como hoy.
¡Ay!, a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir…
amargo es el dolor; pero siquiera,
¡padecer es vivir!

Rima 21

“¿Qué es poesía?”, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
“¿Qué es poesía?” ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía…eres tú.

Rima 22

Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso…, ¡yo no sé
qué te diera por un beso!

Rima 26

Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡Tenías que estrellarte o que abatirme!...
¡No podía ser!

Tú eras el Océano, y yo la enhiesta
Roca que firme aguarda su vaivén:
¡Tenías romperte o que arrancarme!...
¡No podía ser!

Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque…
¡No podía ser!

Rima 30

Nuestra pasión fue un trágico sainete,
en cuya absurda fábula
lo cómico y lo grave confundidos
risas y llanto arrancan.

Pero fue lo peor de aquella historia
que al fin de la jornada,
a ella tocaron lágrimas y risas,
y a mí sólo las lágrimas.

Rima 37

Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
También puede besar con la mirada.

Rima 38

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales,
jugando llamarán;

pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
ésas…¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores abrirán;

pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día…,
ésas…, ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará;

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
¡así no te querrán!

Rima 39

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira:
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;

Mientras el aire en si regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la humana ciencia no descubra
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que el cálculo resista;
mientras la humanidad, siempre avanzando,
no sepa a dó camina;

mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras respondan el labio suspirando
al labio que suspira;

mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

Rima 41

Mi vida es un erial:
flor que toco se deshoja;
que en mi camino fatal
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.

Rima 43

Si al mecer las azules campanillas
de tu balcón,
crees que pasa el viento
murmurador,
sabe que, oculto entre las verdes hojas,
suspiro yo.

Si al resonar confuso a tus espaldas
vago rumor,
crees que por tu nombre te ha llamado
lejana voz,
sabe que, entre las sombras que te cercan,
te llamo yo.

Si se turba medroso en la alta noche
tu corazón
al sentir en tus labios un aliento
abrasador,
sabe que, aunque invisible, al lado tuyo
respiro yo.

Rima 44

Dices que tienes corazón y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón…; es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.

Rima 49

Al brillar un relámpago nacemos,
y aún dura su fulgor cuando morimos:
¡tan corto es el vivir!

La gloria y el amor tras que corremos,
sombras de un sueño son que perseguimos.
¡Despertar es morir!

Rima 54

Si de nuestros agravios en un libro
se escribiese la historia,
y se borrase en nuestras almas cuanto
se borrase en sus hojas;

te quiero tanto aún, dejó en mi pecho
tu amor huellas tan hondas,
que sólo con que tú borrases una,
¡las borraba yo todas!

Rima 70

De lo poco de vida que me resta
diera con gusto los mejores años,
por saber lo que a otros
de mí has hablado.

Y de esta vida mortal, y de la eterna
lo que me toque, si me toca algo,
por saber lo que a solas
de mi has pensado.


Rima 78

¡No me admiro tu olvido! Aunque de un día
me admiró tu cariño mucho más;
porque lo que hay en mí que vale algo,
eso…¡ni lo pudiste sospechar!


Amor Eterno

Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.

Es Un Sueño La Vida

Es un sueño la vida
pero un sueño febril que dura un punto;
cuando de él se despierta,
se ve que todo es vanidad y humo…

¡Ojalá fuera un sueño
muy largo y muy profundo;
un sueño que durara hasta la muerte!...
Yo soñaría con mi amor y el tuyo.




Amor sublime

Quiero vivir esta emoción,
la emoción sublime de amarte,
la que hace mi sangre burbujeante
y a mi piel torna escalofriante.

Quiero entre mis brazos
muy tiernamente mimarte,
con mis besos tapizarte,
con delicadeza acariciarte
y cuerpo a cuerpo vivir,
un instante excitante.

Quiero en el momento más sublime
a las alturas elevarte,
que nada ni nadie me impidan quererte,
que nada sea capaz de alejarte.

Quiero vivir esta emoción,
la emoción sublime de amarte
y enlazada a tu cintura
adherida a tu anatomía
con sensuales movimientos
hasta el cansancio galoparte.

Anny Ramírez Enc.






JOSÉ MARTÍ 1853-1895

SI VES EN UN MONTE DE ESPUMAS

Si ves en un monte de espumas,
es mi verso lo que ves:
Mi verso es un monte, y es
un abanico de plumas.

Mi verso es como un puñal
que por el puño echa flor:
Mi verso es un surtidor
que da un agua de coral.

YO SOY UN HOMBRE SINCERO

Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma,
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes,
y a todas partes voy:
arte soy entre las artes,
en los montes, monte soy.

Yo sé los nombres extraños
de las yerbas y las flores,
y de mortales engaños,
y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura
llover sobre mi cabeza
los rayos de lumbre pura
de la divina belleza.

Alas nacer vi en los hombros
de las mujeres hermosas:
y salir de los escombros,
volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre
con el puñal al costado,
sin decir jamás el nombre
de aquella que lo ha matado.
Rápida, como un reflejo,
dos veces vi el alma, dos:
cuando murió el pobre viejo,
cuando ella me dijo adiós.

También una vez en la reja,
a la entrada de la viña,
cuando la bárbara abeja
picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
que gocé cual nunca:-cuando
la sentencia de mi muerte
leyó el alcalde llorando.

Oigo un suspiro, a través
de las tierras y la mar,
y no es un suspiro,-es
que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero
tome la joya mejor,
tomo a un amigo sincero
y pongo a un lado el amor.

Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno,
y morir en su guarida
la víbora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo
cede, lívido, al descanso,
sobre el silencio profundo
murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada,
de horror y júbilo yerta,
sobre la estrella apagada
que cayó frente a mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo
la pena que me lo hiere:
el hijo de un pueblo esclavo
vive por él, calla, y muere.

Todo es hermoso y constante,
todo es música y razón,
y todo, como el diamante,
antes que luz es carbón.

Yo sé que el necio se entierra
con gran lujo y con gran llanto,-
y que no hay fruta en la tierra
como la del camposanto.

Callo, y entiendo, y me quito
la pompa del mirador:
cuelgo de un árbol marchito
mi muceta de doctor.

QUIERO, A LA SOMBRA DE UN ALA

Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos,
y las orlas de reseda
y de jazmín: la enterramos
en una caja de seda.

…Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor:
él volvió, volvió casado:
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores:
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores.

…Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador:
él volvió con su mujer:
ella se murió de amor.

Como de bronce candente
el beso de despedida
era su frente ¡la frente
que más he amado en mi vida!

…Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor:
dicen que murió de frió:
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador:
¡Nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor!




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Aída Cartagena Portalatín (Poetiza Dominicana 1918-1994)


Una mujer está sola

Una mujer está sola.
Sola con su estatura.
Con los ojos abiertos.
Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación.
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
con la figura acelerada ante los ojos del amor.
Una mujer está sola.
Sujetando con sus sueños sus sueños,
Los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas.
Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana,
móvil, a la deriva, perdido el sentido de la palabra propia,
de su palabra inútil.
Una mujer está sola.
Piensa que ahora todo es nada y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere en la muerte.
Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
Para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose.
Una mujer está sola.
Siente, y su verdad se ahoga en pensamientos
que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.

SOR JUANA INES DE LA CRUZ MEXICO (1651-1695)


Hombres necios que acusáis

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansias sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
Hallar a la que buscáis,
Para pretendida, Thals
Y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigualdad nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretenda,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere,
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido,
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.







El follón de Yamasá

Siento mucho relatar
lo que al fin relato hoy,
porque ya dirán que soy
amigo de exagerar;
Y el que me ha de murmurar
desde ahora ya sabrá,
que tres pitos se me da
que figuren que es un cuento
lo que pasó en el convento
del pueblo de Yamasá.

Pues un día de la Asunción
estando yo en Yamasá,
vino el cura de Boyá
a celebrar la función.
A mediado del sermón
hubo allí un pelotero
que hasta vino un tal Peguero
que es el jefe del lugar,
queriendo allí disparar
un trabuco naranjero.

Un haíto que por cierto
fue a gozar de la función
se largó allí un follón
que hedía a perro muerto;
yo no diré que es incierto
que estuve al perder el tino,
pues el follón tan dañino
de aquel ahíto infeliz
me picó en la nariz
como un ají montesino.

Del púlpito descendió
de cabeza el reverendo,
y al caer iba diciendo:
«¡Qué peo se han tirado, fo!»
Y al sacristán que le dio
esa brisa tan impura,
dijo «¡fo, y es de asadura,
aquí no lo aguanto yo!»;
y en seguida se tiró
de cabeza tras del cura.

Como el campanero es ciego
al oír la corredera,
sin averiguar siquiera
comenzó a tocar a fuego.
Salió el cura sin sosiego
con la frente en un chichón
gritando más que un lechón
y preguntando igualmente:
«¿Quién ha sido el indecente
que se largó ese follón?»

A una vieja de la Jagua
le tumbaron el pañuelo,
y se vio caer al suelo
una peineta de yagua;
dejaron allí una enagua
por el maldito follino,
que, por tener palomino,
nadie la quiso tocar;
al Alcalde del lugar
le aplastaron el gallino (bombo).

Según la opinión del cura
y del sacristán también,
el follón fue de lerén
de mondongo, o de asadura.
Pronto irá a la sepultura
quien soltó ese marrano,
pues si no se hallaba sano
ese maldito cochino,
no debió en lugar divino
follonear así al cristiano.

Después que aquello pasó
y que fue calmado todo,
dijo el cura del mal modo:
«¡Ese follón me mató!
Pero ahora quiero yo,
en bien de la religión
echarle la excomunión
si no declara al momento,
el que vino a este convento
a largarse ese follón.»

Salió un viejo setentón
hinchado y descolorido,
y al cura dijo: «yo he sido
el que me tiré el follón.
No fue esa mi intención
le digo, Padre bendito,
sepa usted que estoy agito
y creo que no tengo cura,
calcule que es de asadura
que comí cuando chiquito».

El sacristán dijo al cura
saltando y con alegría:
«Mi amo, ¿no le decía
que el follón fue de asadura?»
«Tú tienes razón criatura
son buenas tus condiciones,
rogaré en mis oraciones
al Divino Sacramento,
que no salgas del convento
para que huelas follones.»


Juan Antonio Alix (1833-1918)
Santo Domingo, República Dominicana